El empresario salamantino Gerardo Arredondo Hernández, hoy en día se define como un hombre “de chamba”, cuyo motor principal es su familia que le hace dar “una milla extra”.
Le motiva el ayudar a los demás, vocación que lo trae en la sangre, desde su mamá que le gustaba mucho apoyar a la gente. Lo mismo hace hoy en día Gerardo Arredondo ante la necesidad ajena.
“Mi mamá toda la vida nos enseñó a que teníamos que compartir, nos enseñó que no todo es para ti, que la vida a veces te sonríe y a otras personas no. Y que tienes que compartir.
Si nos gusta ayudar y, es un tema que lo traemos de casa y lo disfruto, me da mucho gusto, cuando puedes sacar a alguien adelante o sacas a alguien de un apuro, o de alguna enfermedad”.
Arquitecto de profesión, ha montado exitosamente una cadena de tiendas de construcción, con importante presencia en la ciudad, forjadas a base visión, pero sobre todo de mucho esfuerzo.
La pasión al trabajo duro lo heredó de su padre don Ángel Arredondo, el cual fue un hombre muy estimado y recordado en Salamanca, quien trabajaba mucho teniendo espíritu de comunidad.
“Era un hombre que donde llegaba abría plaza, era un hombre que iluminaba, era un hombre con mucha presencia”, recuerda con gran admiración a su padre.
“Qué aprendí de él?, acota la pregunta.
“La seriedad para los negocios. Nunca vi a alguien que le cobrara, nunca vi ningún embargo”, apunta al describir a don Ángel Arredondo, como una persona seria y formal, y buena para los negocios.
Ahora Gerardo Arredondo ha desplegado una cadena de tiendas de construcción que lo han colocado como un hombre con visión, pero sobre todo de trabajo al cien comprometido en la construcción.
Aunque es exitoso como empresario, y haberse graduado como arquitecto, también le hubiera gustado estudiar Mercadotecnia…
“El tema de arquitecto me gusta mucho, compagina muy bien con mi negocio, pero me hubiera encantado ser mercadólogo.
Se ve en los negocios… y ya traigo tómbolas, traigo rayuelas, traigo dardos y traigo una bola de cosas y lo disfruto mucho con el equipo y tratando de devolverles algo a nuestros patrones que son los albañiles”. Afirma.
En la cultura del trabajo y esfuerzo, su principal motivación naturalmente es su familia que está compuesta por su esposa y sus tres hijos.
“Tengo tres hijos, uno de 22, una niña que ya tiene 18, yo le sigo diciendo que es mi niña y, Mauricio que tiene 10, entonces lo que me mueve son mis hijos, mi familia, que somos nosotros 5 con Susana y eso me mueve mucho”.
Pero también le motiva ver una ciudad en paz, para que luego recobre su pujanza económica., entonces, ¿cómo quisieras ver a Salamanca?, ¿cuál es tu sueño?, se le pregunta.
“En paz”, responde.
“El día que haya paz en Salamanca, el día que podamos salir a la calle, y estemos tranquilos que vamos a regresar, ese día Salamanca se compone solo.
Salamanca necesita paz y en el momento en que haya paz, va a haber inversión, en el momento que haya paz, seguramente la gente se queda aquí…” puntualiza.